miércoles, 9 de febrero de 2011

Corro hacia lo humano, que huye, y sólo tropiezo con los cuerpos que van cayendo con el tiempo.
Irrecuperables, aún con el oxígeno.
La soledad ilumina un campo de cuerpos neutros, con la sangre detenida. Beso, una a una, las bocas, secas, porque los pájaros y los ciervos llegaron primero para beber la saliva que empañaba sus labios, como el último rocío de la tierra.
Pierdo la confianza y me voy con los lobos, más familiares que los hombres. Pero me hundo, por las noches, en mi olor humano.


(Texto escrito después de leer otro de los fragmentos del libro "Fernando Pessoa, Diarios" - pág 31- también firmado por Charles-Robert Anon. Me vi reflejada en su sentimiento de lejanía hacia lo humano, que, sin embargo, no impedía que el autor siguiese amando a la humanidad.)

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